El homeschooling o «educación en el hogar» es una modalidad de estudio que se originó en Estados Unidos y que busca respetar las inclinaciones de los chicos y devolverles la libertad de aprender por gusto y no por imposición. La tendencia está empezando a ganar adeptos en el país. Es la opción de familias que quieren darles a sus hijos una formación diferente porque están disconformes con el actual sistema educativo que ofrecen diferentes institutos. Entre otras razones, porque lo consideran una aniquilación de la creatividad que los chicos traen al nacer.
Gran parte de sus inspiradores son autores de los años 70 que cuestionan la educación convencional y plantean romper con el molde, como Iván Illich, Harold Bennet y John Caldwell Holt. En Estados Unidos, el número de homeschoolers creció 74%: pasó de 850.000 en 1999 a 1,5 millones en 2007, y hoy se calcula que son más de 2 millones. En la Argentina no hay registros oficiales, pero, según los sitios online que reúnen a estas familias, se estima que hay cerca de 2000 en todo el país.
El sistema educativo fue inventado durante el siglo XIX, para satisfacer las necesidades de la industrialización. Está basado en dos premisas: las materias más importantes son las más útiles para el trabajo. Así, alejan a los chicos, quizás, de lo que más les gusta, con la excusa de que en el futuro no van a encontrar trabajo haciendo eso. La segunda premisa es la habilidad académica, porque las universidades crearon el sistema a su imagen. Lo peor de todo esto es que muchas personas creativas creen que no lo son porque lo que hacían bien en el colegio era rechazado o estigmatizado.
Hay familias que van un poco más lejos y practican el unschooling: no siguen ningún programa y no presentan a sus hijos a certificar sus estudios oficialmente. Este tipo de educación está basada en la idea de que los chicos nacen con un proceso interno de aprendizaje y lo hacen realidad diariamente con sus juegos, escuchando sus propias preguntas y demostrando sus intereses a quienes pueden ayudarlos a encontrar las respuestas. El unschooling es ver el aprendizaje en todo. No se trata de dejar a los chicos para que encuentren su propio camino ni de apartarlos para hacer tus propias cosas, mientras ellos están solos, tratando de encontrarle sentido al mundo. Unschooling es ser un padre presente y atento, es pasar tiempo con tus hijos, involucrarse en su mundo e invitarlos al tuyo.
Estas familias se encuentran con un vacío legal importante. Su respaldo es el artículo 14 de la Constitución nacional, que otorga a todo ciudadano el derecho a «enseñar y aprender», así como el art. 6 de la ley federal de educación, que reconoce a los padres como «los agentes naturales y primarios de la educación de sus hijos». Esto deja un espacio abierto a la educación en el hogar, ya que educación y escolarización no son necesariamente lo mismo. Las familias que quieran que sus hijos obtengan un certificado de estudios oficial que les permita hacer una carrera universitaria en el futuro pueden hacer que rindan exámenes libres sólo en la Capital Federal, la única jurisdicción del país que permite esta modalidad. En el interior del país, todo se hace mucho más difícil. Hay que presentar mucha documentación para poder empezar el trámite de rendir en la Capital.
Una de las críticas más importantes que se les hacen a estas familias es que sus hijos no tienen posibilidad de socializar si no asisten a una escuela. La mayoría de las familias entrevistadas afirman que sus hijos tienen una red de amigos de todas las edades, a los que conocen en sus actividades fuera de la casa (deportes, cursos de idiomas, clubes), y que la escuela no ayuda a crear vínculos muy sanos, ya que cada vez hay mayor cantidad de casos de bullying y violencia. Pero la realidad es que ¿Cómo logró la humanidad llegar hasta este momento cuando no existía la escuela para enseñar a los chicos a socializar? ¿Será que había otra forma antes de la escuela? Si vamos a la definición del diccionario, socializar significa adquirir las habilidades necesarias para desenvolverse en la sociedad en la que vivimos o «volver apto a alguien para la vida en sociedad»
Un modelo educativo tiene que estar moldeado según las circunstancias que rodean a los que serán educados. Se trata de crear un movimiento en el que las personas desarrollen sus propias soluciones.