A la doble jornada escolar, habitual en los colegios bilingües, pero también en muchos que no lo son, se le suma la cada vez más extensa vida social de los chicos. Esta nueva generación de chicos tiene una vida social mucho más activa que la de nuestra época, y eso colabora con que les cueste también cada vez más mantener el ritmo de estudio durante el año. Además de las actividades extraescolares, están los cumpleaños, salidas e invitaciones a jugar a las casas de los amigos. No queda mucho espacio, ni voluntad, como para estar haciendo la tarea. Es así como, en no pocos casos, la tarea puede llegar a convertirse en un verdadero obstáculo para que los chicos lleven adelante sus actividades extracurriculares, lo que plantea el dilema de elegir entre cumplir con las exigencias del colegio o con los intereses de los padres y de los mismos hijos.
La función que tiene la tarea dentro del proceso de aprendizaje es que los niños elaboren y fijen lo aprendido. El hecho de que la misma sea realizada en el hogar y no en la escuela no tiene un valor extra porque lo importante es pensar lo aprendido. En una escuela de jornada completa, llevar tarea a casa es demasiado, ya que a los chicos les queda poco tiempo para otras actividades y, sobre todo, poco tiempo para el ocio sano y para jugar, algo que tiene mucha relevancia en la etapa de crecimiento. Incluso, los adultos también necesitamos de unas horas para relajarnos luego de una jornada laboral. Es por eso que, en muchos colegios, se destina algunas horas de la tarde para realizar los deberes y, si algún chico debe llevarse tarea a la casa es porque ha estado faltando a clases o bien porque no llegaron a terminarla en el colegio. Sin embargo, existen otras escuelas que avalan llevar tarea a la casa y, sugieren que los chicos no tengan más de una actividad extracurricular. En estos colegios, los maestros apuntan a la autonomía de los chicos, les enseñan a estudiar y a que ellos mismos se organicen con la tarea. Por otra parte, el poder compartir las tareas escolares fortalece el vínculo entre padres e hijos, y los chicos necesitan ver que los adultos se interesan por sus aprendizajes.
Más allá de lo que cada colegio pueda proponer para que los alumnos hagan en su tiempo libre, lo cierto es que hoy las actividades extraescolares son, en mayor o menor medida, según los recursos de cada familia, parte integrante de la educación (en sentido amplio) de los chicos. La infancia se ha convertido en una etapa preparatoria para el futuro, en la que se borra el presente. Los padres creen que ser buenos padres es prepararlos cada vez más temprano, con más idiomas, más computación, más deporte, etc. Buscan y quieren cubrir todas las áreas y se olvidan, muchas veces, de la más importante: generar buen clima familiar. Hoy la etapa de la escolaridad se ha convertido en una sobreexigencia para toda la familia. En ese contexto, la tarea, cuando viene en grandes dosis y con alta frecuencia, se convierte en la frutilla del postre, sumando un factor más de tensión parental. Muchos chicos no pueden estudiar solos por diferentes motivos, lo que se junta con el hecho de que muchos padres que vienen de un día laboral intenso pierden la paciencia, discuten entre ellos y se enojan con sus hijos. Podría decirse que la tarea escolar se está convirtiendo en un problema familiar. La mayoría de los matrimonios trabajan y llegan cansados como para ponerse a hacer la tarea con sus hijos. Los chicos, por su parte, también vienen cansados después de una doble jornada de escuela. Eso hace que muchos padres, para no ponerse a discutir con sus hijos por las tareas, prefieran tercerizarlas y no desgastar más la relación padre-hijo.
En resumen:
- Los deberes no deben ser motivo común de discusión.
- Ayudar pero no hacer: colaborar con los chicos en la tarea es ayudarlos a aprender a pensar. Hacer la tarea por ellos es incapacitarlos para el futuro.
- Existencia de un buen clima familiar: es fundamental para que los chicos se motiven y asuman sus responsabilidades. Evitar la ansiedad y los nervios ante las dificultades de estudio.
- No transmitir angustia: si el chico tiene dificultades con la tarea, no hay que asumir que es menos inteligente que sus compañeros, sino tomarlo solo como una dificultad.
- Consultar a tiempo: si las dificultades son muchas, buscar el consejo de un especialista.