Hace poco comenzaron las clases y con ellas vuelve a resurgir el tema del rendimiento escolar. Aprender, prestar atención y potenciar las capacidades de los chicos depende, en parte, de cómo podamos acompañarlos durante el año. Desde ya, nunca criticarlos y, sobre todo, ser tolerantes y tenerles paciencia. Estas son añgunas de las prioridades.
Nuevamente empieza la rutina escolar, la dinámica familiar intenta sintonizar rápidamente con los ritmos académicos y se renueva el desafío: que los chicos rindan bien en el colegio. ¿Cómo podemos ayudarlos?
- Con contención y respaldo: para crecer, los chicos necesitan saber que están parados sobre tierra firme. Su trípode emocional requiere previsión (saber qué pasará), contención y estabilidad (saber que tienen una estructura que los respalda). No tener dudas sobre quién los va a ir a buscar al colegio, a qué hora van a merendar o a hacer la tarea, es primordial para que puedan estar bien enfocados en el aprendizaje.
- Con un ambiente adecuado: tener definido un espacio físico para estudiar, aunque sea pequeño, ayuda. Es importante que este bien iluminado, ordenado y alejado del bullicio general de la casa. El orden externo contribuye a la calma interna.
- Con horarios fijos: consensuar horarios y momentos del día para cada actividad es fundamental para construir una dinámica organizada (y repetitiva, que para ellos es igual a contención). El chicos tiene que interiorizar que hay tiempos de recreación más lúdicos y otros de aprendizaje. Por ejemplo, es positivo que cuando vuelven del colegio puedan tener un rato para distenderse, merendar, y no hacer nada pero, sabiedo que después de la merienda, tienen que preparar las mochilas para el día siguiente. Conviene que esto lo realicen antes de bañarse o ducharse. En medio de esas rutinas, es algo básico el poder compartir tiempo de calidad con ellos. Al menos, un rato dedicado a que los papás podamos reencontrarnos con nuestros hijos, contar qué pasó en el día y cómo nos sentimos (sin mantener una actitud indagatoria). El televisor y/o cualquier dispositivo electrónico, deben permanecer apagados, porque entorpecen el encuentro. Si el chico necesitaba contar algo, el problema pasó de largo y, los papás ni se enteraron.
- Con Agendas: ¿Cuál es la medida para las actividades extraescolares? Los especialistas están de acuerdo: el límite es el disfrute. Chicos cansados, abrumados , exigidos y mal dormidos (9 horas de sueño es lo básico), no pueden aprender ni prestar atención. El desbalanceo entre el nivel de actividades y el descanso en ocasiones deriva en estrés, problemas de atención o de ansiedad que se medican, cuando en realidad lo que falta es lo básico, como la organización, la alimentación y el sueño.
- Con un límite en el uso de los dispositivos electrónicos: ponerse rígidos respecto al uso de los dispositivos es una batalla perdida, sobre todo porque cada vez son más los colegios que las han ido incorporando. Muchas veces, un chico recibe una tarea por whatsapp o necesita entrar a internet para completar un trabajo práctico. Pero el hecho de «dárselos para que no molesten» no los incentiva. La clave es poder establecer acuerdos. Por ejemplo, podemos consensuar que durante la cena no se prenderá la tele ni se llevarán celulares a la mesa (ni ellos, ni los papás). La idea es poder conversar y entrenarnos en el arte de la asertividad, un modelo que propone una actitud alejada de la agresividad imperativa y del facilismo del «dejar hacer». Ser papás asertivos signifiva tener la capacidad de relacionarse e intercatuar con los chicos, aseverando aquello que necesitamos y deseamos que los chicos logren, transmitido en un clima de respeto. Ni pidiendo permiso, ni en un tono de lamento, ni a los gritos. Siempre con coherencia, que es lo más difícil de sostener.
- Tarea pendiente: siempre por ansiedad, cansancio o pereza (o todo junto a la vez), caemos en la tentación de terminar haciéndoles las tareas escolares. Grave error: aunque parezca una obviedad, los padres debemos guiar y no resolverles a los chicos lo que tienen que hacer. El adulto tiene que darle tiempo al chico para que pueda hacer su propio proceso. Es la manera de que vayan fortaleciendo su confianza y autoestima. La actitud más productiva para ellos es aquella que los aliente y festeje sus logros. Estemos cerca para ayudarlos a organizarse y planificar, pero sin intervenir, y dándoles la oportunidad de que nos muestren lo que hicieron. Criticarlos frente a los demás, rotularlos, enfatizar aquello que les cuesta y compararlos con otros debilita sus fortalezas, la confianza en sí mismos y, los llena de temores para enfrentar el mundo. Lo mismo vale para las maestras, profesores y el colegio: desvalorizar frente a los chicos el tipo de institución o modalidad de aprendizaje que ésta imparte los confunde. En tal caso, si no estamos de acuerdo con la elección que hicimos, podemos revisarla y buscar otras opciones.
Por otra parte, no hay que olvidarse de darles tiempo también durante los primeros meses de clase (más si comienzan primer grado, o durante los cambios de ciclo, o si cambian de colegio), para adaptarse al grupo, al colegio, a las nuevas responsabilidades y obligaciones.