Hay una enorme imposibilidad para que los alumnos sean permeables a la educación que ofrece el Estado hoy en día. Y sobre esto no podemos seguir teniendo dudas: necesitamos repensar la educación.
Existe una realidad latente e innegable: en la provincia de Buenos Aires sólo la mitad egresa de la secundaria.
- El 88% de los chicos no puede realizar operaciones básicas
- 3 de cada 10 no aprenden lo esencial en lengua
- 1 de cada 10, en matemática.
A esta situación no se llega por acción, sino por omisión. Años de políticos prometiendo; años de tensión y reclamo a la hora del reclamo salarial, pero silencio durante el año lectivo. Esto sacó de agenda las cuestiones urgentes en materia educativa. Muchos dieron testimonio al denunciar el abandono que, durante décadas a través de distintos gobiernos, sufrieron los bonaerenses y sus instituciones. Entre ellas, la escuela pública, lo que tiene una especial gravedad, dada la importancia de la educación en la definición del modo de organización de un Estado.
La prioridad del Estado que fundamenta la educación como política universal es la de garantizar ciudadanía, y ésta, como sabemos, es garantizada fundamentalmente en el acceso al mercado. La cuestión es que nuestro sistema educativo fue pensado en otro momento histórico, un contexto mundial donde la productividad era el tamiz por el que pasaban las relaciones de mercado y la economía mundial. Sin embargo, el tiempo pasó y el mundo naturalmente cambió. Con éste, cambió la educación, y con ella las formas que los estados concebían para la construcción del lazo común que permite la conformación de ciudadanía. Lastimosamente, de este proceso no fue parte la Argentina. Hasta hoy.
A través de reformas que acompañen el contexto mundial actual, siempre se estuvo intentando garantizar, sin éxito, que los chicos aprendan. Para esto debemos hacer que el conocimiento lo provean prácticas disfrutables, que interpele a los alumnos a través de hechos que le son familiares, y, en principal, fortaleciendo la escuela pública en los lugares más carenciados, tal como se anunció que se hará en 2000 escuelas este año. La arquitectura escolar condiciona, influye y determina la forma de enseñar y aprender.
Esto es entender que ese futuro depende, no sólo de esos chicos que serán los adultos del mañana, sino de la dignidad del pueblo del presente, que no puede avanzar dejando a los más pobres en el camino.
A pesar de todo esto, hay quienes insisten en continuar fomentando tensiones que no sirven más que para el corto plazo. Discusiones como la salarial, no hacen más que seguirle el juego a la coyuntura política. Si bien la realidad de los docentes hace a la calidad educativa, no podemos perder de vista el real problema que estamos enfrentando: nuestros chicos no están aprendiendo.
Sin embargo, y a pesar de quienes quieren continuar sacando el foco de los verdaderos problemas, estamos cambiando, y lo estamos haciendo en serio. Prueba de esto es que este año, en el marco del paro docente convocado, en la mayoría de las regiones educativas se logró un presentismo mayor al 75%, y en toda la provincia se logró el 63%, lo que nos da la pauta de que hay una mayoría que entendió que no se logra nada poniendo palos en la rueda, que las huellas profundas se dejan cuando trabajamos en equipo, priorizando el futuro de esta provincia, que no es más que el futuro de nuestros chicos.