La nueva modalidad de escuela se pone a prueba
En los tiempos actuales, la formación docente se enfrenta entre dos realidades: atender la emergencia debido a la pandemia mundial y el pensar como desarrollar nuevos horizontes.
Como parte de las propuestas formativas que se están llevamos adelante para los docentes de la Provincia de Buenos Aires, y a partir de la necesidad de reflexionar sobre los tiempos que vivimos entre toda la comunidad educativa, se hace un enfoque especial y un análisis del rol docente en tiempos de pandemia, cómo enseñar en tiempos de no presencialidad, qué nuevas experiencias de formación produce esta coyuntura y cómo convertirla en una oportunidad de aprender sobre el trabajo docente.
Algunas ideas desarrolladas
- La escuela / el colegio
Vale la pena preguntarnos qué es la escuela. La escuela no es el edificio, si no un tipo de vínculo con el conocimiento. Pero el edificio tiene que estar; necesitamos un espacio tiempo distinto al de casa, que tenga un umbral de entrada y salida. Tenemos muchas ganas y muchos miedos de salir. Se está viendo cómo muchos chicos no quieren salir de sus casas porque están llenos de miedo. Hay que trabajar esto también a escala pedagógica. Es una experiencia intelectual, afectiva y política salir de casa, valoriza la necesidad y la fortaleza del encuentro con otros. No obstante, cabe remarcar que la escuela no muere con la pandemia.
- La Virtualización de los aprendizajes y el acceso a la conectividad
Las tecnologías no determinan lo que aprendemos pero lo condicionan, por lo que nuevos espacios de aprendizajes deben ser creados. Hay docentes que pasan lista en las plataformas. Lo que habría que conversar primero es que no hace falta, porque si uno se conecta está presente con su nombre. Por otra parte, también hay que reconocer que las condiciones de asistencia en estos días son muy distintas, y no puede haber una exigencia a la presencia a nivel virtual cuando no todos pueden acceder a la misma.
Ahí tenemos muchas preguntas. Es una función de los formadores tratar de ver qué pasa con los que no pueden conectarse. Buscar cómo hacer para que no se vayan, para que no se pierdan en este contexto.Hace falta acceso real, educarnos y enseñar a mayores accesos. Las tecnologías nos acompañan hace tiempo y el entorno socio técnico también nos va formando. Somos productos de los avances tecnológicos.
En un futuro (que ya no es tan lejano), escuela será más híbrida. Con más virtualidad que antes, pero también seguramente aprenderemos a usar mucho mejor esos espacios de encuentro que son irreemplazables. La virtualización es un contenido ligado a la emergencia que nos permite pensar la escuela del mañana. Hay que poner a discutir los interrogantes y formarse como docentes en espacios sociotecnicos diferentes. Es un momento para entrarle a las clases virtuales. Hay que buscar la mejor clase virtual y jugar con varios soportes. Tratar esto es imprescindible en el centro de los institutos de formación docente ya que serán los docentes de acá a 30 años.
- La Formación docente y las clases
La escuela es el espacio que se piensa en el más allá del mañana. Hay que insistir en la formación docente para que la humanidad no sea tan frágil. Pensemos en los desafíos y en atender la urgencia sin dejar los horizontes futuros. Hay mucho debate sobre si las clases de hoy son digitales, de educación a distancia o lisa y llanamente clases “con lo que tenemos a mano”.
Hay que ser conscientes de que para tener una clase virtual hay que empezar a prepararla mucho antes. Diseñar buenas plataformas, pensar los recursos que van a acompañar a los estudiantes, escribir las clases, filmar las clases, diseñar actividades y recién ahí uno empieza con las clases. Son meses de trabajo previo. Luego se empiezan a dar las clases y ahí hay que acompañar a los estudiantes para llegar al final.
Entonces, en el proceso actual estamos más cerca de la educación a distancia. La mayoría de las veces pasa más por una cierta continuidad de lo que hacíamos en la escuela presencial a un contexto socio técnico diferente. Lo abrupto nos llevó a que tengamos que improvisar. No hay nada de malo en eso, hicimos lo mejor que pudimos.
Tenemos que pensar qué es lo importante hoy, aquí y ahora. Hay que estar muy atento a que la emergencia no genere vacíos en la enseñanza. Que lo digital y las redes sociales sean un objeto de estudio y conocimiento. Que sean un medio de comunicación y circulación de lo social y lo político. Aunque las actividades se consideren mínimas son un montón para los estudiantes. Necesitamos sostener la escuela por otros medios y pensando que los medios son desiguales. Lo que sí depende de nosotros es el querer enseñar y no acrecentar la desigualdad. Tenemos que sostenernos entre todos, con colegas, con los otros, cuidarnos entre todos.
Lo más claro es que siempre seguimos aprendiendo. Estos no son tiempos perdidos. La capacitación docente nunca termina, ya que se aprende de la práctica y en sociedad. En el mirar, en el encuentro con otros. La formación es parte de procesos más amplios, de aprender y pensar el mundo desde la transmisión de la cultura. La autonomía es encarar la propia voz.
- La continuidad pedagógica
Tiene que intentar sostener a la escuela por otros medios. Es para pensar un encuentro con otro. Estos no son tiempos perdidos, la capacitación docente nunca termina ya que se aprende de la práctica y en sociedad. En el mirar, en el encuentro con otros. Estamos viviendo un ensamble entre lo que tenemos. No hay una pedagogía en sí, sino preguntarnos y atender la dignidad del que aprende. Más autonomía intelectual y afectiva, que posea mayor decisión y que aprenda a lidiar con la dificultad.
- La Justicia curricular
Tenemos que tener muy presente el concepto de justicia curricular. Que no sea tan desigual el trabajo. Que haya guiones curriculares con temas que indefectiblemente debemos desarrollar en la pandemia, contenidos que tienen que estar.
Cómo garantizar la justicia curricular es una demanda que no hay que olvidar nunca. Es conmovedor el compromiso de muchos docentes para sostener la clase en las condiciones que sea. Pasado el shock inicial empezamos a ver cómo poner orden, en el sentido pedagógico de justicia curricular, para que esta situación no profundice desigualdades.
Por supuesto, que es muy distinto quien tiene herramientas para trabajar y un espacio en su casa de aquel que no cuenta con estos beneficios. El desafío de los docentes es estar a la altura de las ganas y de su compromiso por sobreponerse a las situaciones difíciles. O sea, ¿Cómo te enseño con lo que tenés? Observar junto a los pares cuáles son los mejores modos de manejarse en este tiempo. Es mucho trabajo, pero es algo que debe llevarse a cabo.
- El tipo de Evaluación
Pensemos la evaluación como el “con qué se quedaron”, no en el “en qué se equivocaron” y, no tanto en la calificación. Hacerse preguntas más genuinas sobre el “por qué salió bien o no determinada enseñanza” y en cómo nos damos cuenta que generamos los lazos. Hay que desarrollar la escucha sutil. Si registramos y documentamos eso que se está dando, vamos a entender más qué podemos o no hacer. Ahí vamos a mejorar los modos de hacer atajos y repensarlos. Si hacemos esto, vamos a ganar tiempo y los docentes después de esto van a estar mejor plantados para detectar situaciones.
¿Cuáles serían los buenos criterios de observación? Un criterio importante es el de la escucha. Ubicarnos en un lugar del aprendizaje de la voluntad docente, alejado de la idea de controlar todo. Qué se quiso hacer, qué se logró, qué condiciones influyeron. Hay que pensar mucho la observación desde la reflexión etnográfica y la confianza.
- La lectura y la oralidad
Dada la situación que estamos atravesando, no tenemos el contexto del libro. Por las fotocopias podíamos acceder a los libros pero a partir de una fragmentación de su materialidad. Lo mismo pasa con el PDF, que habilita la circulación pero es más rígido. Esto pone en relieve el acceso real a la materialidad. Hay que repensar el PDF y reconfigurarlo para que pueda soportar nuestras anotaciones y para que podamos volver a ellas cuando lo deseamos.
Precisamos estudiar en soportes que permitan prácticas más ricas, más enriquecedoras, como por ejemplo ese subrayado, esa nota al costado, esa glosa propia que da forma a una opinión sobre lo que leemos. Leer no es acertar el sentido sino encontrarlo. Este último se educa, se incita y se incentiva. La frontera entre leer y escribir es muy amplia. La conversación en el aula es una condición muy buena para repensar las prácticas lectoras.
- El amor pedagógico
La mirada hacia la infancia debe ser amorosa, en el sentido de un encuentro afectivo, de responsabilidad ética y política sobre lo que los otros aprenden, sobre lo que los otros hacen. Partir del lugar donde están, ver cómo podemos trabajar con ellos, ayudarlos a alzarse sobre el mundo. Salgamos de la pedagogía piadosa, compasiva. Superemos ese determinismo sociológico según el cual las infancias vulneradas no pueden aprender. Hay que siempre confiar en que el otro puede alzarse sobre sus hombros, entonces hay que acompañarlos más, no como un acto de exigencia, si no como un acto de amor pedagógico.
- Regresar a las aulas presenciales
El regreso va a ser muy distinto en cada uno de los niveles educativos. Un primer punto a trabajar con los estudiantes es como están, cómo pasaron este tiempo. Un segundo punto es qué aprendieron. También,indagar qué extrañaron y qué no, qué les gustaría que cambie de la escuela.
Esta vivencia seguramente va a dejar heridas de varios tipos. Tendremos que estar atentos a esto. Para nosotros también será la instancia de compartir cómo lo vivimos, qué pudimos aprender de este tiempo. Tenemos que planificar cómo trabajar lo que quede del año. Seguramente, haya que apurarse o reducir los programas. Y hay que trabajar el cuidado mutuo. Estas son charlas a nivel de las políticas públicas, pero también de las instituciones.