Los 8 principales cambios que tendremos en educación
Como viene ocurriendo con casi todos los ámbitos de nuestra vida, la tecnología llegó para generar importantes modificaciones y, en mayor o menor medida y de acuerdo a las necesidades de cada uno, nos hemos ido adaptando a ella.
La educación es una de las instituciones más rígidas y postergadas de la sociedad. Una de las que menos cambiaron a lo largo de los tiempos. Sin embargo, ya no sólo contamos con nuevas propuestas e ideas, sino que las mismas han empezado a materializarse en diversas escuelas, colegios e institutos. Se aproximan vientos de cambio. Por el momento, parece ser una brisa… pero, en la Argentina, ya se está notando un cambio de rumbo en materia educativa, especialmente en la forma de enseñanza en varios colegios.
El objetivo de potenciar a los estudiantes se vincula directamente con la estimulación de la creatividad. En este contexto, se combinan perfectamente el aprendizaje formal con el informal, ámbito en el que se ven cuestiones vinculadas con el arte, el yoga, la música, las técnicas de respiración y la importancia de la alimentación saludable, el cuidado del medio ambiente y de una educación orientada a la sustentabilidad. Así, la formación se enriquece abordando las distintas esferas de lo que es la realidad, y los chicos aprenden a ver todo desde otra perspectiva.
La revolución tecnológica de las últimas décadas es imparable: los avances de los últimos años, brindan una buena cantidad de herramientas que, bien aprovechadas, pueden ser muy útiles a los fines educativos. Videojuegos, aplicaciones y plataformas para resolver tareas o la comunicación con los padres, espacios flexibles que se adaptan a las necesidades de un trabajo cada vez más colaborativo y hasta robots que corrigen pruebas y envían un feedback casi en tiempo real son algunos de los muchos cambios que se están implementado y que se avecinan, acá y en el mundo entero.
Los 10 principales cambios que tendremos en educación
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Alumnos/as protagonistas
El modelo del chico sentado en un banco con un maestro que le explica cómo son las cosas ya está caducando. No solo porque los chicos tienen a mano, en Internet, muchísimas de las respuestas a sus preguntas e información ilimitada, sino porque su mente necesita ser estimulada constantemente. Resulta mucho más convocante la idea de resolver problemas que los interpelan, aplicando conceptos de la currícula, que el estar sentados como sujetos pasivos.
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El maestro pasa a ser coach
Los roles de alumno/profesor se modican, convirtiéndose este último más en un coach-facilitador-moderador que en un sujeto que transmite el conocimiento a los demás. De hecho, este conocimiento se tiende a construir de modo colaborativo y no se enfoca desde lo individual.
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Trabajar por proyectos
Al poner el foco en que el chico sea el sujeto del conocimiento, el trabajo ya no se da exclusivamente por materias sino por proyectos , aplicando su conocimiento a contextos reales, poniendo en juego lo que es design thinking.
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Clases invertidas
Este modelo de flipped classrooms (clases invertidas, en español), es tendencia en el mundo y en Argentina se usa de manera excepcional. Cambia el foco de la enseñanza: en lugar de priorizar la exposición del maestro en el aula y mandar tarea para que la pongan en práctica, los alumnos/as miran en sus hogares, mediante videos, la explicación teórica de los temas, y es en la clase donde aplican ese conocimiento mediante ejercicios y propuestas. De esta manera, las plataformas de videos hacen que el tiempo de la clase sea mejor aprovechado.
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Nuevos espacios
El aprendizaje colaborativo y en equipos, la irrupción de pantallas en el aula y el trabajo por proyectos traen aparejado un rotundo cambio tanto en el mobiliario como en la disposición de los espacios de aprendizaje, así como en la infraestructura de las instituciones de avanzada.
Algunos colegios ya no cuentan con salas de computación, ya que los dispositivos móviles trasladan la tecnología a donde van los alumnos, y se reservan las salas especiales para laboratorios multimedia, de edición de video y diseño gráfico. Otros, en cambio, transforman lo que eran las salas de computación en espacios makers en donde «el hacer» es el que manda y aulas digitalizadas que cuentan con impresión 3D, scanners, robótica y hasta realidad virtual.
En muchos casos, además, las aulas mismas se flexibilizan, permitiendo ampliarlas para integrarlas con otros grados, mover mesas para armar auténticos espacios comunitarios y desarmarlos. De esta forma, se pueden desarrollar en el mismo curso trabajos que requieren que algunos estudiantes estén en mesas, otros en pufs navegando en tabletas digitales y otros en mesas ratonas utilizando otros dispositivos.
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Otros lapsos de tiempo para las materias
Los tiempos que requiere un contenido para ser transmitido virtualmente pueden transformar los requerimientos de entre 40 minutos y una hora del sistema tradicional a piezas de entre tan solo 8 y 12 minutos en las que se aborden conceptos específicos. La tecnología está al servicio de poder aprender más en menos tiempo.
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Aprender y razonar, los principales ejes
Se prepara a los chicos para aprender, brindándoles habilidades que les servirán de por vida para resolver distintos tipos de problemas, como el pensamiento crítico, la metacognición (entender los procesos de pensamiento que van ocurriendo), la deducción y la inferencia, entre otros; en un contexto en el que el autoaprendizaje se constituye como una tendencia central y creciente de la mano de la explosión de los MOOC (massive open online courses, que ya ofrecen incluso muchas universidades) y en un momento en que el conocimiento está todo el tiempo a mano (mediante tutoriales, videos y el e-learning).
Por otra parte, si bien la tendencia es a trabajar en modo colaborativo, paralelamente se da una personalización de la enseñanza acorde al nivel y los intereses de cada alumno. Esto se logra gracias a la sistematización de la información de los alumnos de la mano con lo que son las «learning analytics», por apps y plataformas en donde los docentes pueden tener un registro detallado de cada alumno y compartirlo con sus pares, y dashboards o tableros de control, que permiten ver en dónde se ubica cada alumno dentro del proceso de aprendizaje y con respecto al grupo general.
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Otra curricula y mayor estimulación
La máxima que dice que «la escuela es aburrida» va quedando atrás. Usar los dispositivos a los que están acostumbrados, duplicando incluso modalidades propias de los videojuegos, como los premios, las medallas, los puntajes (lo que se denomina «gamificación») y hasta la creación de escape rooms educativos genera novedosos (y necesarios) incentivos y atrapantes maneras que logran, en definitiva, que los alumnos estén interesados en seguir aprendiendo.
Los libros de texto, los manuales y los cuadernos conviven con pantallas y dispositivos digitales. Y, si bien es probable que persistan ambos formatos por algún tiempo, lo cierto es que la tendencia es que haya cada vez menos soportes encapsulados, que tienden a la homogeneización en formatos impresos y lineales, para dar lugar a traducciones curriculares y plataformas que proponen nuevas formas de presentar los contenidos educativos de forma personalizada.
Algunas de las instituciones argentinas a la vanguardia en lo que son avances tecnológicos en educación.
– St. Andrew’s School (o Escuela Escocesa San Andrés) : inauguró un impresionante campus en San Fernando en el que los espacios están especialmente diseñados en función de un nuevo paradigma pedagógico con el eje puesto en la flexibilidad, la sustentabilidad y un fuerte foco en lo tecnológico. Así, cuentan con aulas con mobiliario diseñado para que los alumnos puedan desplazarse según la actividad propuesta. El aprendizaje no está limitado a las aulas y no existen las «salas de computación» como antes, ya que los dispositivos son móviles.
– La escuela Edison (Mendoza) : es pionera en avances tecnológicos. Aplica el modelo 1:1, según el cual por cada alumno hay un dispositivo tecnológico, y dicta robótica y computación a partir de quinto grado. Su objetivo es hacer foco más en el desarrollo de habilidades y competencias que en los contenidos, lo que los preparará para los diferentes contextos. Además, cuentan con club de chicas en tecnología, participan de hackatones y tienen impresión 3D, entre otras cosas.
– The Global School: propone que los chicos no se lleven tarea al hogar y se autoevalúen con un sistema de rúbricas. Emplazado en un campus, TGS tiene el aspecto de una universidad estadounidense o una empresa tecnológica de Silicon Valley, donde abundan los grandes ventanales y los espacios verdes. Tanto el edificio para el nivel primario como el del nivel secundario cuentan con pasillos amplios, sillones y pufs, muros de escalada y escaleras con frases inspiradoras –como «Crear», «Aprender jugando» e «Investigar»– que invitan a reflexionar.
Hay espacios dedicados a la robótica o la computación y bibliotecas que, en realidad, funcionan como salas de lectura digital. Se invita a los chicos a que lleven sus dispositivos electrónicos para aprovecharlos como herramientas educativas. Otro dato peculiar: para marcar los cambios de hora y la entrada o salida de los recreos, en TGS no suena la campana ni el timbre, sino la música que eligen los alumnos.
Los chicos no pasan mucho tiempo sentados y tampoco se imparten currículas de forma unidireccional, sino que se implementa un modelo educativo que se basa en el concepto del Aprendizaje Basado en Proyectos (ABP). Traducción: durante el ciclo lectivo, los alumnos desarrollan un tema de su interés. La premisa: que se eduquen jugando, descubriendo y creando. Se los educa para que tengan un pensamiento crítico y que sepan detectar fake news. En esta institución académica, los estudiantes no se llevan tareas al hogar.
– Escuela ORT : esta escuela apuesta a la tecnología en función del saber. Los chicos eligen especializaciones desde edades muy tempranas, trabajan con softwares interactivos y cada alumno dispone de un dispositivo digital móvil, que, conectado al del Campus Virtual ORT, les permite acceder a materiales y publicar sus propias producciones.
– Plataforma Guacurari (Misiones) : se está implementando este programa de Innovación Educativa que, mediante las flipped classrooms, invierte el formato tradicional de los encuentros entre docentes y alumnos para optimizar el tiempo.
¿Qué pasa con el Recreo?
Desde siempre se vienen barajando los mismos horarios de clase y de recreos, cuando, en realidad, los tiempos de los niños, ya no son los mismos. El recreo es la oportunidad perfecta para recargar energías y descargar tensiones. Pero, claro, no es mucho lo que se puede hacer en 10 minutos. Convengamos en que un aula con alumnos que no se concentran, se distraen o no se escuchan no es demasiado productiva.
Pensar en alternativas : clases más cortas y recreos más largos pueden sorprender a cualquier docente y directivo. Las pausas son siempre necesarias. Cuarenta y cinco minutos de clase, seguidos de quince minutos de recreo, arrojan resultados increíbles: alumnos más enfocados, más atentos, más energizados, y contenidos mejor consolidados.
El tiempo del «recreo» tiene muchos beneficios como:
- Socio-emocionales: los chicos, a través del juego, aprenden a comunicarse, a negociar, a competir, a manejar la frustración de un partido perdido, a resolver problemas, y mejoran su creatividad y la imaginación.
- Recreación/dispersión/ movimiento: los chicos pueden correr, jugar y moverse, lo que los ayuda a liberar tensiones y a reducir el estrés. Moverse, además de ser bueno para la salud, ayuda a los procesos cognitivos. Hay que moverse para aprender mejor.
- Ofrecer opciones para el aprendizaje: organizar «recreos activos» puede ayudar al colegio a organizar y capitalizar este momento de ocio tan importante. Si desde hace siglos seguimos teniendo los mismos patios, ¿cómo aplicar la creatividad? A través de estaciones preestablecidas los chicos pueden elegir «rincones» de juego: desde algo más deportivo (fútbol, vóley o escalar paredes), pasando por algo más cognitivo (juegos de mesa), hasta una estación de baile, música, coreografía o una de construcción (con maderas, por ejemplo). Los patios inclusivos capitalizan el espacio y el tiempo de recreo y resultan geniales para aquellos niños que necesitan más ayuda para integrarse, ofreciendo un abanico de opciones.